
La directiva blanquiazul buscaba talentos en las islas canarias para reforzar al equipo ante la creación del torneo de la regularidad. Y el interor Hilario Marrero se convirtió en el prinicpal objetivo. El Victoria (uno de los cinco clubes que dieron origen a la U.D. Las Palmas) recibió nada menos que 43.000 pesetas por el jugador. Todo se complicó cuando el Fútbol Club Barcelona decidió entrar en la puja.
El Victoria prefería aceptar la suculenta oferta de los catalanes y alegó que su propia afición se negaba a permitir que Hilario abandonase la isla. El jugador, sin embargo, tomó un barco por iniciativa propia para llegar a la Península y viajar a la capital herculina. La leyenda (admitida como cierta en alguna versión) cuenta que el interior grancanario se subió al barco vestido de mujer para pasar desapercibido.
La reticencia de barcelonistas y victoristas motivó diversas denuncias ante la RFEF. En uno de los recursos presentados, el Barcelona llegó a afirmar que Hilario Marrero "había sido detenido en Valladolid y coaccionado a fichar por el Deportivo de La Coruña". Pese a la insistencia por parte de estos clubes en negarse a aceptar la legalidad de la firma, la Federación sancionó al Victoria por ingresar el dinero del traspaso al equipo coruñés sin formalizar el contrato correspondiente.
Hilario no defraudó sobre el terreno de juego a quienes pusieron tanto interés en su fichaje. El canario también vistió las camisetas del Real Madrid, el Valencia y, en 1939, al fin, la elástica blaungrana del Fútbol Club Barcelona.
Por fortuna, Hilario Marrero será más recordado por ser el entrenador que logró los dos primeros ascensos a a Primera División (en 1941 y en 1946) del Deportivo de La Coruña.
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