sábado, 15 de noviembre de 2014

Helenio Herrera y la hazaña de Balaídos

El 'mago' argentino llegó a la capital coruñesa en junio de 1953 para corregir la marcha del Deportivo en los últimos partidos de la liguilla de promoción que permitió a los blanquiazules continuar en Primera. La permanencia se confirmó tras una espectacular victoria en Vigo

Helenio Herrera desató el recelo y la polémica en A Coruña poco antes de que finalizase la temporada 1952-53. El argentino dirigía al Málaga y luchaba por mantener a los andaluces en Primera División. El Dépor, en una situación similar, condenó a los malagueños al descenso con una victoria por la mínima lograda en Riazor durante la penúltima jornada de Liga. Herrera, furioso e impotente, acusó a los herculinos de arreglar el empate conseguido la semana anterior en Oviedo. Quién podría esperar que el 'mago' recorrería La Marina a hombros de los deportivistas sólo un par de meses después.

Ocho partidos al límite

El Deportivo compitió contra otros cinco clubes en una liguilla final que funcionó, aquel año, como promoción por el ascenso y la permanencia. Los blanquiazules no marcaron ningún gol y lograron un único punto en las dos primeras jornadas. Faltaban ocho partidos para concluir la temporada y las sensaciones eran muy negativas. La apatía, el desorden, la falta de ritmo y una escasa convicción caracterizaban el juego del conjunto herculino.

La directiva pensó en tomar una decisión arriesgada para lograr un último arreón que condujese al milagro. Y el presidente, Rafael Salgado Torres, al frente del consejo de administración desde diciembre del año anterior, destituyó a Fernando Fariña y logró el fichaje de un entrenador con carisma.

Helenio Herrera, que ya había conquistado dos Ligas con el Atlético de Madrid, puso todo su empeño en salvar al club coruñés. Trabajador, metódico y vehemente, Herrera se reunió con los jugadores para conocer sus circunstancias personales y obtener el máximo rendimiento de cada uno de ellos. El 'mago' pidió sacrificio y rigurosidad en la rutina diaria y en la vida privada de los integrantes de la plantilla. Y sobre todo: insistió en la idea de que eran jugadores de Primera División.

Balaídos como reto final

Ganar o ganar. Esas eran las opciones del Deportivo en el partido que debía disputar en Vigo para cerrar la liguilla si deseaba permanecer en Primera. H.H. alineó a Acuña, Clemente, Rodolfo, Carlos, Zubieta, Tito Blanco, Corcuera, Oswaldo, Arsenio, Moll y Tino.

A las cinco en punto de la tarde, los jugadores del Celta esperaban sobre el terreno de juego a su eterno rival. Bajo el orballo que refrescaba aquel día de verano, los espectadores aguardaban con impaciencia el comienzo del choque. El timbre había sonado de manera insistente en el vestuario y, varios minutos después, el árbitro acudió en persona a llamar a los componentes del Deportivo. El pitido inicial sonó en torno a las cinco y veinte. Helenia Herrera había programado aquella demora para descentrar a la escuadra viguesa.

El encuentro se pone de cara desde el principio. Los visitantes realizan una demostración de intensidad, motivación y eficacia. Los goles de Corcuera, Oswaldo y Arsenio Iglesias sitúan el marcador en un prometedor 1-3 al descanso. Las tareas de orden y contención permiten mantener ese mismo resultado y celebrar el triunfo que garantizaba la continuidad de los coruñeses en la categoría de oro.

Helenio Herrera abandonó entonces el club blanquiazul, no sin antes participar en la fiesta que se había preparado en Coruña.


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